«Los análisis empíricos demuestran que los precios se encuentran inflados cerca de un 30% por encima del nivel de equilibrio a largo plazo», apunta la organización internacional para quien la tasa de crecimiento de los créditos hipotecarios está aumentando excesivamente.

 

Precisamente este es, a juicio de la OCDE, uno de los riesgos que amenazan el sólido crecimiento de la economía española. El posible descenso de la actividad motivado por una corección en el precio de la vivienda -apunta el informe- podría provocar un «shock» que se acentuaría al generarse un efecto de riqueza negativo en el consumo.

 

Ante esta situación, la organización internacional aconseja corregir las distorsiones que existen en el mercado de la vivienda, al que tienen muy difícil acceso los jóvenes y los ciudadanos de rentas bajas.

 

Por ello, cree importante que se fomente el mercado del alquiler y considera que las medidas que se han adoptado hasta el momento han tenido un efecto muy limitado.

 

Ante esta situación la OCDE recomienda a España suprimir progresivamente la deducción fiscal por compra de vivienda. Asegura, en este sentido, que estas ayudas han reducido el impacto de la subida de los tipos de interés a la que los compradores han tenido que hacer frente, al tiempo que ha aumentado la cantidad de préstamos que se pueden afrontar.

 

Además, aboga por mejorar la seguridad jurídica de la relación entre propietarios e inquilinos, ya que de este modo se ayudaría a hacer un uso más efectivo del mercado del alquiler.

 

Respecto a la situación de la economía española, en general, la OCDE cree que en la última década ha tenido un comportamiento notable en términos de crecimiento, empleo y finanzas públicas. «La combinación de una política monetaria expansiva, una política fiscal prudente, reformas estructurales y el fuerte crecimiento de la inmigración explican este comportamiento», asegura este organismo. No obstante, advierte que esta favorable evolución ha estado acompañada del deterioro en algunas áreas como el elevado diferencial de inflación que ha mermado la competitividad; el elevado endeudamiento de las familias y el también alto precio de las viviendas, así como el fuerte déficit exterior. Ante esta situación, la OCDE aboga por objetivos presupuestarios más ambiciosos que permitan compensar las presiones de la demanda doméstica.