Natalidad. España ocupa el último puesto en la Unión Europea en lo que se refiere al porcentaje del PIB dedicado a la familia
Para renovar las generaciones, en condiciones de baja mortalidad infantil es necesario que cada mujer en edad fértil alumbre 2,1 hijos. Es decir, dos hijos completos y la décima parte de un tercero, una disección que no obedece a un presunto síndrome de los demógrafos de ser Jack el destripador, sino al afán de precisión medidora que tiene la estadística demográfica. |
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Queda un largo camino por recorrer en la pretensión de modificar una cultura empresarial poco favorable a la maternidad y la igualdad laboral. Además habrá que alterar la política de ayuda familiar para que España pierda el último puesto en la Unión Europea en lo que se refiere al porcentaje del PIB dedicado a la familia |
Para renovar las generaciones, en condiciones de baja mortalidad infantil es necesario que cada mujer en edad fértil alumbre 2,1 hijos. Es decir, dos hijos completos y la décima parte de un tercero, una disección que no obedece a un presunto síndrome de los demógrafos de ser Jack el destripador, sino al afán de precisión medidora que tiene la estadística demográfica.
Desde hace 25 años España no renueva sus generaciones. La tasa actual de fecundidad es de 1,3 hijos por mujer que se traduce en 465.000 nacimientos, alumbrados en un 15% por madres extranjeras (cerca de 70.000).
Como intento anticipar el futuro la cuestión a plantear es la evolución previsible de la fecundidad-natalidad. Su futuro tiene luces y sombras. Habrá una escasez relativa de jóvenes, fruto de las desnatalidades del pasado, que tendrán, bajo la hipótesis de una economía favorable, una buena situación de empleo. Más trabajo significa, a priori, más matrimonios o uniones y más hijos.
No obstante, existen sombras. Bajo unas condiciones de incorporación mas intensa de la mujer al trabajo no sabemos si van a existir, como hoy, las mismas dificultades para compatibilizar vida laboral y familiar. Queda un largo camino por recorrer en la pretensión de modificar una cultura empresarial poco favorable a la maternidad y la igualdad laboral. Además habrá que alterar la política de ayuda familiar para que España pierda el último puesto en la Unión Europea en lo que se refiere al porcentaje del PIB dedicado a la familia.
Quizás a corto plazo la escasez de jóvenes propicie la recuperación. Pero a medio y largo plazo, sólo con una política rigurosa de conciliación se conseguirá un efecto favorable sobre la fecundidad.
Las hipótesis del INE parecen apuntar en esa dirección. La tasa de fecundidad subirá hasta 1,52 en el 2025 y los nacimientos probablemente crecerán hasta el 2010. Serán los hijos de madres alumbradas en los años 1975/80 cuando la natalidad no se había desplomado aún. Pero después disminuirán (a pesar de que crezca la fecundidad) debido a la entrada en juego las madres paridas en la época de natalidad más reducida. Si esto sucede así, en el año 2025 los nacimientos se situarán entre 360.000 y 410.000 según las hipótesis, es decir, entre 57.000 y 110.000 menos que ahora.