Alberto Grasa.
El desastroso modelo urbanístico, alternativas y propuestas habitables.
A nadie se le escapa que la pérdida del paisaje por la proliferación de chalets y construcciones de todo tipo en España va a una velocidad increíble, pero ¿es ésta la vía adecuada para nuestro progreso? Si hablamos de primeras viviendas en grandes urbes, es normal que proliferen todo tipo de construcciones, pero cuando se trata de viviendas de vacaciones es totalmente absurdo seguir éste modelo. |
|
En los últimos años la inversión en nuevas construcciones ha alimentado la fantasía de la mayor parte de la población. Muchos han invertido, pongamos como ejemplo 20 millones de pesetas, en la compra de un chalet y lo han dejado ahí como una inversión que todos los años les daba las barbaridades de un 15 o 20% de interés. Aquello se confirmaba porque quien vendía obtenía ése beneficio, pero vendía a quien quería hacer el mismo negocio o tristemente, a quien necesitaba de verdad una vivienda y se veía empeñado hasta la jubilación, gente joven en su mayoría.
El feliz inversor gasta sus ahorros en coches, viajes y otros caprichos, porque su inversión crece todos los años y cree tener un dineral seguro. Pero éste tipo de "industria", por llamarla de alguna forma, no lo es. Es una ilusión gigantesca con pies de barro ( por las proporciones que ha tomado) y claro al final todo se acaba. Ya nos están augurando desde fuera de ésta Arcadia feliz, la caída, la crisis o los embargos.
Como efecto de lo que está pasando se ha impuesto en España un tipo de urbanismo que nos era hasta hace poco totalmente ajeno. La plantación de chalets, adosados, aislados o pareado. Si hablamos de primeras viviendas en grandes urbes, es normal que proliferen todo tipo de construcciones, pero cuando se trata de viviendas de vacaciones es totalmente absurdo seguir éste modelo.
Primero porque se carga directamente la naturaleza de la que pensábamos disfrutar .Segundo porque los entregan en su mayor parte sin infraestructura. No se puede pedir que en una zona recién ganada a campo esté perfectamente trazado el suministro eléctrico, de agua, gas, basuras, carreteras y todo lo demás sin que valga cada casa más que un piso en la ciudad.
En tercer lugar se construye demasiado a menudo en sitios tradicionalmente evitados como ramblas, riberas, a pie de mar o faldas de altas montañas. Luego vienen los disgustos, inundaciones, corrimientos de tierra y aludes. Por algo nuestros antepasados dejaban en paz esos lugares.
Pero el absurdo total viene cuando uno visita miles de pueblos por toda nuestra geografia y descubre en cada uno de ellos decenas o centenas de casas abandonadas o derruidas ¿ porqué no rehabilitar o construir encima?Las hay para todos los gustos, con o sin parcela, más o menos aisladas, cercanas a un mar, montaña, río o secarral.
Las ventajas son directamente todas. No destruyen terrenos no urbanizables. Cuentan con los servicios del pueblo donde se asientan y encima sirven para que el Ayuntamiento en cuestión pueda pedir la mejora de sus infraestructuras para el casco donde viven los residentes permanentes con la excusa de la nueva población flotante. Además, desde luego se evita el riesgo de topar con zonas potencialmente peligrosas gracias a los 400, 500 o últimos 1.000 años de experiencia que tenga la villa, ya que nuestros antepasados aprendían de sus errores y no volvían a construir donde ya había ocurrido una desgracia.
Por la posibilidad de un mayor precio tampoco hay que preocuparse. Si en un pueblo se compra un solar urbano, en una urbanización, directa o indirectamente, nos van a hacer pagar lo mismo. Por mucho que la parcela la haya comprado el constructor a duro el metro, el beneficio que va a buscar va a ser siempre para el mismo. Además siempre podremos contar con los principios municipales de IR para el control del precio del suelo urbano, allí donde se vayan implantando.
Antes de acabar debo aclarar la relación del urbanismo salvaje con la falta de agua es totalmente proporcional. La proliferación de construcciones, sobre todo los chalets que ocupan mucha mayor superficie que los edificios a igualdad de población alojada, sumada a la superficie de sus nuevas infraestructuras viarias sobre terrenos rústicos, hace que se inutilice el efecto esponja del suelo.
¿Qué ocurre con un simple chaparrón de 20 litros por metro cuadrado, en un kilómetro cuadrado próximo a una localidad donde se edifica una chaletada?
En primer lugar debemos tener en cuenta que las precipitaciones son cada vez más intensas y espaciadas en el tiempo. Los 20 litros caerán en 1ì0 minutos. Serán imposibles de absorber por la red de alcantarillado por muy bien diseñada que esté ésta. Se habrá acumulado mucha suciedad en las calles que taponará de inmediato los colectores, porque llevará tiempo sin llover para haberla arrastrado poco a poco y porque los servicios de limpieza de las urbanizaciones no son todo lo eficientes que desearíamos, solamente porque los barrenderos tienen que actuar sobre superficies enormes.
Con todo esto tenemos 20 litros multiplicados por un millón de metros cuadrados ( el kilómetro cuadrado ). 20 millones de litros de agua danzando a una velocidad que dependerá de la pendiente contra lo que tengan debajo. Al no ser absorbidos por el suelo la velocidad será grande al deslizar por el cemento llano.
El suelo en caso de estar libre, en las condiciones antes descritas de sequía previa es capaz de beber hasta 200 o 300 litros por metro cuadrado, dependiendo de su textura. En caso de un chaparrón tan rápido como éste es capaz de tomar hasta 15 litros de los 20 tranquilamente, reduciendo a la cuarta parte el peligro de la situación antes descrita.
En segundo lugar la inutilidad del suelo para acumular agua al ser una miserable losa inútil, incapaz de absorber el líquido para su aprovechamiento por las plantas, bajar a los acuíferos o soltarla poco a poco a los ríos y embalses ( el agua que llega de golpe a una presa sirve para llenarla de lodo o a veces romperla, es siempre mejor que llegue poco a poco ). Para terminar se puede decir sin miedo a equivocarse que el chalet casi siempre significa despilfarro de agua, en el césped, la piscina, etc. cuando España se muere de sed.