Escuelas e inmigración; violencia y bajo rendimiento.
Fecha Sabado, 26 Diciembre a las 19:28:15
Tema Inmigración


Iniciativa Habitable denuncia la extrema situación de los colegios
Manuel Leal


La alta concentración de inmigrantes en las escuelas madrileñas, genera gran violencia y daña irreparablemente el rendimiento académico.

La historia y en concreto la experiencia europea, con inmigraciones ya consolidadas, nos advierte que la disolución de las identidades nacionales nunca ha creado en ningún lugar cosmópolis mestizas, sino que ha provocado una exacerbación de las diferentes identidades. A episodios como este, hace ya muchos años que la sabiduría popular les otorgó sentencia; “quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro”



La alta concentración de inmigrantes en las escuelas madrileñas, genera gran violencia y daña irreparablemente el rendimiento académico.

Algunos les aclaman como “nuevos españoles”. Se trata de la llamada segunda generación de inmigrantes. La componen los nacidos en España de padre o madre extranjeros y los nacidos en el exterior pero asentados en nuestro país a una edad temprana.

“No me siento español y no creo que España sea el mejor país para vivir”.

Para una abrumadora mayoría de estos jóvenes (el 85%), la nacionalidad es una cuestión “muy importante”, pero contradiciendo el discurso oficial el grueso del grupo se identifica con la nacionalidad de origen y apenas un tercio se considera español. Aunque en la práctica muy pocos abandonarán la piel de toro, solo uno de cada cuatro dice preferir España como país para vivir. Por lo tanto, la ausencia de vínculos o reconocimiento de deuda con España, es el perfil mayoritario de los hijos de inmigrantes escolarizados de la Comunidad de Madrid. Son datos recogidos por un estudio realizado por docentes de las Universidades de Comillas, Princeton y Clemson, las dos últimas en EE UU.

El curso escolar 2009-2010 en la Comunidad cuenta con 138.398 de estos alumnos. Representan el 14,19 por ciento del total de estudiantes madrileños. En la distribución por nacionalidades destaca Ecuador con un 22,8 % del total de extranjeros, Rumanía con el 12,2%, Marruecos con el 10,6%, Colombia con el 7,9 % y Perú con el 6,1 %. Aproximadamente el 80% se encuentra escolarizado con cargo a las arcas del Estado en la red pública.

¿Integración? A los “nuevos españoles” no les interesa.

Casi el 70% de los inmigrantes de segunda generación, considera que los españoles se sienten superiores. Quizás por ello sus relaciones son marcadamente endogámicas. La mayoría declara que sus amigos provienen del mismo país o región y reconocen que se integran en redes sociales cerradas que refuerzan sus diferencias étnicas.

Carmen González, profesora de Ciencias Políticas y especialista en inmigración, ha realizado recientemente un estudio sobre adolescentes en el distrito de Villaverde, que cuenta con una alta concentración de inmigrantes. La experta concluye que “existe una clara separación por orígenes nacionales, tanto en el instituto como en la calle'. En el trabajo advierte del riesgo de llegar a una sociedad “fragmentada según nacionalidades'. En las aulas hace años que esto ya es un hecho.

Concentración y segregación son buscadas por los emigrantes.

Se generan en la calle y se reproducen en la escuela. La llegada intensiva de inmigrantes lleva siempre aparejados los fenómenos de concentración y segregación entre nativos y extranjeros. Los inmigrantes se concentran en determinados espacios debido a tres factores fundamentales: el precio de la vivienda, los mercados laborales locales y las redes sociales basadas en el principio de una pretendida “solidaridad étnica”.

La realidad es que detrás de esta “solidaridad” se parapetan las “estrategias comerciales” de los inmigrantes, muchas veces basadas en la explotación de sus propios compatriotas. La presión de la nueva comunidad afecta a los barrios de acogida que se vuelven más permeables a sus estilos de vida. Su actividad termina por transformar el entorno en un escenario casi normalizado de clandestinidad y de prácticas comerciales o sociales proscritas por la ley.

La degradación de estos espacios y los graves problemas de convivencia, provocan la huida de los españoles. El proceso abarata la vivienda, lo que a su vez deja más espacio para la llegada de nuevos integrantes de las minorías, que terminan por constituirse en mayorías. Se podría decir que los procesos de concentración escolar de inmigrantes son similares a los que explican la concentración residencial.

Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad de Salamanca, ratifica la correlación entre mayor porcentaje de inmigrantes y progresión de la endogamia. En las conclusiones de su trabajo publicadas bajo el descriptivo título de “Fronteras en la escuela”, desmonta el mito de los guetos, advirtiendo que son “buscados por las propias minorías para lograr inmediatamente mejores relaciones”.

Violencia generalizada en las escuelas y aumento en el entorno familiar.

Entre las consecuencias de este escenario, se encuentra el repunte generalizado de la violencia. Son los propios alumnos los que alertan de que “la existencia de pandillas y de reyertas interraciales son frecuentes'. El 41% de los escolares de colegios públicos y el 35% de los concertados, llegan a asegurar que “las frecuentes peleas interétnicas afectan notablemente en sus estudios”. Así lo destaca el estudio “La segunda generación en Madrid”. Esta investigación concluye asegurando que “las actitudes de los entrevistados confirman la opinión general sobre el deterioro educacional asociado con las bandas y riñas entre grupos de distinta raza y etnia”.

El profesorado y la familia son otras dos instituciones que sufren las secuelas. Según Javier Urra, conocido psicólogo y antiguo Defensor del Menor en Madrid, quince de cada cien profesores de secundaria han sido agredidos físicamente alguna vez y un 73% lo han sido verbalmente. Son muchos los educadores que manifiestan sentir miedo al entrar en clase. En cuanto a los delitos de violencia familiar y escolar cometidos por menores, han aumentado en Madrid un 45% y un 30% respectivamente en 2008. El resultado es el estrés permanente de muchos padres y docentes.

Aumentan las aulas reconocidas oficialmente como problemáticas.

Aunque a día de hoy casi todas las aulas de Madrid padecen esta lacra, en algunos centros la situación es tan extrema que obliga a las autoridades a reconocerlos como oficialmente problemáticos. Se trata de escuelas que acumulan un alto porcentaje de inmigrantes, de alumnos provenientes de hogares desestructurados o chicos de etnia gitana. El fracaso escolar es numeroso y tienen un elevado número de ayudas. Sufren problemas de convivencia y la demanda de plazas en la zona es baja.

Cumplir dos o más de estas características convierte a un centro en oficialmente problemático. Todos son públicos y suponen casi un 10% de la totalidad de las escuelas de la Comunidad. En Madrid hay 58 colegios y 32 institutos inscritos voluntariamente en el Programa para Centros Prioritarios. La mayoría, se concentran en el sur de la capital, especialmente en Villaverde y Usera.

Pésimo rendimiento de los alumnos inmigrantes.

Todos los estudios que comparan el rendimiento escolar de las economías avanzadas, han revelado que los inmigrantes obtienen resultados muy inferiores a los de los nativos, “incluso aunque sus expectativas individuales y las de sus familias sean ambiciosas” La inmigración puede implicar en algunos casos la pérdida de una parte del capital humano que los individuos pueden adquirir en origen, como el conocimiento del idioma o reglas de funcionamiento de las instituciones. Pero el problema no se da en los alumnos de habla hispana, mayoritarios en Madrid. Además esta desventaja tiende a neutralizarse cuando transcurre algún tiempo desde la migración y desde luego no se da en la segunda generación ni en el paso a estudios superiores. Por lo tanto este argumento no es válido para justificar los malos resultados.

Atendiendo a esta consideración, llama la atención que solo un exiguo 33% por ciento de los alumnos inmigrantes de primera generación de la escuela pública están escolarizados en el curso que les corresponde por edad. En el caso de la segunda generación, los datos llegan sólo hasta un 47%. Los hijos de inmigrantes abandonan mayoritariamente el sistema al finalizar la educación obligatoria. Excluyendo a los comunitarios, solo el 1,5% de ellos llegó a la Universidad el curso pasado.

Pérdida irreparable del rendimiento general.

La pinza formada por la conflictividad interétnica y la presión a la baja que el rendimiento académico de los inmigrantes ejerce sobre la totalidad del alumnado, hace concluir a todos los expertos en la misma dirección. Encontramos sus valoraciones en los análisis más destacados del problema publicados en los últimos años.

Adriana Sánchez, de la Universidad de Barcelona, destaca en su estudio “Efectos de la inmigración en el rendimiento educativo” que existe “un efecto negativo y significativo derivado de la compañía de estudiantes inmigrantes”.

Daniel Santín, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Complutense, coautor del estudio 'Análisis económico de los efectos de la inmigración en el sistema educativo español”, afirma que “la alta concentración de inmigrantes en las escuelas baja notablemente su rendimiento” y que “los inmigrantes repiten más y rinden menos”.

Héctor Cebolla Boado, profesor universitario de Sociología, en el trabajo “La concentración de inmigrantes en las escuelas españolas”, concluye que “la concentración de inmigrantes en las escuelas españolas está claramente relacionada con un peor rendimiento de los estudiantes en las pruebas PISA, tanto de nativos como inmigrantes”. El profesor establece la brecha en el rendimiento de un colegio seleccionado al azar en el que no haya inmigrantes y otro en el que todos los alumnos sean hijos de nacidos fuera, nada menos que en un valioso 25%.

Esperanza Aguirre, la menor inversión en educación de toda España.

Como los males nunca llegan solos, Esperanza Aguirre protagoniza en la Comunidad una política de enseñanza basada en la masificación, las obras inacabadas, las listas de espera, la privatización y el humo. La región cuenta con el gasto público educativo más bajo de todo el país. Se sitúa en el 2.69% del PIB. Muy lejos de la media española que se encuentra el 4.40%. También las ayudas disminuyen cada año. Así se han visto reducidas desde el curso 07-08, las de Infantil en un 21,69 % y las de ESO un 10,57 %. Para hacerse una idea del abandono del sector, mientras en Madrid hay 11 niños por cada ordenador en las aulas, en la Comunidad de Extremadura suman 2,3 alumnos por cada uno.

La presidenta está trasvasando todo el alumnado a la educación privada, que no es ni mucho menos sinónimo de calidad, salvo excepciones casi siempre prohibitivas para el bolsillo medio. De cada 10 nuevos alumnos en España, incluidas las comunidades gobernadas por el PP, 7 se inician en la escuela pública. En la Comunidad de Madrid es a la inversa, 8 de cada 10 alumnos ingresa en colegios privados. Por eso casi el 90% del nuevo alumnado de la enseñanza privada de toda España es madrileño.

Aguirre pretende compensar la dejación institucional con estridentes apariciones en público. Así nos sorprende con vacuas campañas sobre un inexistente bilingüismo en las aulas o propuestas tan exóticas como la Ley de Autoridad del Profesor, que espera perpetrar tras las Navidades. Una ley que no aporta ninguna novedad de peso a lo ya legislado y que pretende acabar con las violentas reyertas entre bandas con soluciones más propias de la comedia bufa, como la instalación de tarimas en todas las aulas “para que la mesa de los profesores esté más elevada que los pupitres de los alumnos”.

Mientras Aguirre daña irreparablemente la formación de las próximas generaciones con una perenne falta de recursos, se apresura a “soñar” ante las cámaras a imitación de Nicolás Sarkozy, con un rancio Madrid “en el que los niños se pongan de pie cuando llegue el profesor y le llamen de usted'.

¿Quién le pone el cascabel al gato?

Existe entonces una convergencia de los implicados, incluidos inmigrantes y de los expertos en el proceso escolar, cuyos testimonios recogemos abundantemente en estas líneas. Todos anuncian los graves problemas presentes y más aún futuros, derivados de la abultada presencia de inmigrantes en los colegios.

La función gobernante es tomar precauciones contra los males previsibles. El problema es que estos males futuros, no inciden en los resultados electorales hasta que no han ocurrido. Es por ello que los políticos atienden solo al inmediato presente a costa del mañana. En esta ocasión lo inmediato toma la forma de casi un millón y medio de votos de “nuevos españoles” en las próximas elecciones municipales. Como en la fábula de Lope de Vega, ni una sola de las ratas que habitan las moquetas de nuestros parlamentos, está dispuesta a perder su “modus vivendi” poniendo el acento del cascabel sobre la inmigración, aun conscientes de que en ello se encuentra la única solución. No veremos medidas o declaraciones inoportunas que les hagan perder su pellizco de estos nuevos sufragios.

Por ello aún hoy, son los únicos que contra todas las evidencias y plenamente conscientes del daño causado, se atreven a mantener como el ministro Gabilondo que “el incremento de los alumnos extranjeros supone un enriquecimiento para el conjunto del alumnado”. O como Esperanza Aguirre, que como ya advertimos en otra ocasión no duda en menospreciar a los madrileños, cuando asegura que “en la Comunidad no hay inmigrantes porque avanzamos, sino que avanzamos porque hay inmigrantes”.

La historia y en concreto la experiencia europea, con inmigraciones consolidadas desde hace años, nos advierte que la disolución de las identidades nacionales nunca ha creado en ningún lugar cosmópolis mestizas, sino que ha provocado una exacerbación de las diferentes identidades. A episodios como este, hace ya muchos años que la sabiduría popular les otorgó sentencia; “quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro”.







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