Irlanda, al igual que el resto de Europa, se enfrenta a un problema demográfico, con cada vez menos jóvenes frente a un número creciente de ancianos. La tasa de desempleo está en niveles históricamente bajos, por lo cual hay muy poca flexibilidad en el Mercado laboral. Existe una amplia oferta de trabajo manual.

 

Pero las transformaciones del Mercado laboral, y los rápidos cambios culturales están creando recelo entre los nativos. Leo Behan, un anciano de clase obrera del barrio de Finglas, al Norte de Dublín, opina que están llegando demasiados extranjeros a Irlanda y en muchos casos están creando problemas. “No tengo inconvenientes hacia la gente honrada”, afirma, “Pero los otros están molestando a demasiada gente—delincuencia, prostitución, drogas y todo eso.” En este clima de miedo e incertitude ha habido algunos incidentes.

 

La transformación de Irlanda es muy reciente. No empezó hasta principios de los 90, cuando por primera vez en la historia, llegó más gente a Irlanda de la que se marchó. Era la época del renacimiento irlandés, cuando Irlanda se convirtió en la economía de mayor crecimiento de Europa. El país era el segundo del mundo en exportación de softwares tras los Estados Unidos. Su renta per capital rivalizaba con el del Reino Unido.

 

La nueva prosperidad invirtió el ciclo de pobreza y emigración masiva que fue propia del país durante generaciones. Entre 1988 y 2000, el número de empleos en Irlanda creció en un 50% . En su mayor parte fueron cubiertos por irlandeses que volvían al país, y por gente de otros países de la Unión Europea. En 1999, cuando la economía empezó a estancarse, el desempleo había bajado al 4 %. Los irlandeses repatriados componían el 55 % de los inmigrantes.

 

Entonces estalló la burbuja de internet. De repente hubo cada vez menos trabajos cualificados para los irlandeses que volvían de la Unión Europea y los Estados Unidos, y el número de irlandeses que volvían al país descendió drásticamente. Otros inmigrantes—que el gobierno irlandés clasifica como el “resto del mundo”—empezaron rápidamente a satisfacer la demanda. Su número aumentó, de 4,200 en 1999 a 16,400 en 2002. Con frecuencia enfrentados a falta de perspectives en su país, no dejaron de llegar a pesar del estancamiento económico. Las prestaciones sociales del estado irlandés constituyó un motivo de atracción. Y la condición de Irlanda como puerta trasera del Reino Unido (y su floreciente economía) constituyó otro motivo de atracción: no es necesario control de pasaporte entre Irlanda y Reino Unido.

 

Hace 3 anos, Irlanda empezó a otorgar permisos de trabajo y visados para inmigrantes para determinadas categorías como arquitectosm profesionales de las telecomunicaciones, dentistas y otros. Hasta entonces, el país prohibía virtualmente la entrada a todos los inmigrantes extracomunitarios. Por ello, los aspirantes a inmigantes, escogían la única posibilidad que se les ofrecía: solicitaban derecho de asilo. El número de los que lo hicieron ascendió dramáticamente durante la última década: hubo 39 demandas de asilo en 1992 y 11,634 el ano pasado. La mayoría del servicio doméstico está compuesto por inmigrantes, tres cuartas partes de las cuales son Filipinas.