Agresiones sexuales; carta de una victima.
Una ley pusilánime que deja a las vícitmas desamparadas ante el delíto.
"Y me pregunto: ¿esto es justicia? A mí no me importa si huye; si se va lejos, pues mejor. Lo que me preocupa es que me vuelva a atacar, lo que me preocupa es que ese mismo día ya agredió a otras personas, lo que me preocupa es a cuántas más mujeres va a atacar este individuo hoy, mañana, dentro de un mes... Lo que me preocupa es que, por más leyes que se hagan, las mujeres seguimos siendo un trozo de carne a utilizar por seres repugnantes que salen con total impunidad. Lo que me preocupa es que se supone que es fundamental la protección de las víctimas." |
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Escribo esta carta para explicar mi caso. El pasado miércoles, 6 de septiembre, sufrí una agresión sexual en Madrid, en el paso de peatones que cruza la autopista desde la estación de tren de Las Matas hasta la parada del autobús 625. Puse una denuncia y tanto la Guardia Civil como la Policía Local actuaron con rapidez. Detuvieron al agresor, que ya había agredido ese mismo día y en ese mismo sitio a otras mujeres, y que en el momento de la detención continuaba allí.
El caso es que ese individuo fue puesto en libertad provisional el viernes 8 de septiembre porque tiene trabajo y domicilio y está «deprimido», y por tal motivo no existe riesgo de huida. El caso es que ese individuo está en la calle. Yo no puedo dormir y ahora, por el hecho de poner una denuncia, él sabe mi nombre. Yo lo único que tengo es un «papelito» que pone que no se puede acercar a mí a menos de 500 metros.
Y me pregunto: ¿esto es justicia? A mí no me importa si huye; si se va lejos, pues mejor. Lo que me preocupa es que me vuelva a atacar, lo que me preocupa es que ese mismo día ya agredió a otras personas, lo que me preocupa es a cuántas más mujeres va a atacar este individuo hoy, mañana, dentro de un mes... Lo que me preocupa es que, por más leyes que se hagan, las mujeres seguimos siendo un trozo de carne a utilizar por seres repugnantes que salen con total impunidad. Lo que me preocupa es que se supone que es fundamental la protección de las víctimas.
Si no fuera porque constantemente tengo ganas de llorar me reiría de la protección que me da el «papelito» que a no ser que sea «mágico» no sé de qué me sirve.
María Isabel González Chico. Madrid