Arabia Saudí: Caballo de Troya del fundamentalismo islámico
Fecha Viernes, 23 Julio a las 01:00:00
Tema Islam


Angel Expósito Correa

La terrible situación de los cristianos bajo el régimen musulmán aliado por antonomasia de Occidente. El Corán es la constitución. La ley prohíbe a los cristianos todo tipo de culto, catequesis u oración pública e incluso privada en sus propias casas. No hay una sola iglesia en toda Arabia Saudí y no está permitido construirlas.  El Estado saudí tiene entre sus obligaciones la de difundir el Islam en el mundo



 Como comenta Antonio Socci en su magistral libro "I nuovi perseguitati": "Arabia Saudí, cuna histórica y corazón del Islam, además de régimen -en teoría- aliado de Occidente, es el peor para los cristianos y para cualquiera que pida el respeto de los fundamentales derechos de la persona civiles y/o individuales y de las mujeres".Citando a Carlo Panella, "Piccolo Atlante della jihad", continúa: "Arabia Saudí (que posee el 25 por ciento de las reservas de petróleo del planeta), Kuwait, Omán, Qatar, Bahrein y los Emiratos Árabes Unidos no están de hecho gobernados por Estados -ni modernos ni pre-modernos- sino por estructuras tribales pre-medievales. El problema no es que no haya elecciones libres, el problema es que (con la salvedad de Kuwait) ni siquiera hay elecciones ficticias, y ello por la simple razón que ni siquiera existen parlamentos ficticios".
 
Para tratar de "explicar" la condición de los cristianos en Arabia Saudí no es posible echar mano a ninguna justificación ideológica sobre el enfrentamiento Norte-Sur del mundo o a razones coloniales y sociales. Sino sólo y exclusivamente a la voluntad "teológica" de limpiar cualquier signo -por minúsculo que sea- de cristianismo o de cristianos imponiendo el dominio absoluto y total del Islam. Oficialmente los cristianos no existen. De hecho las autoridades mantienen que no hay fieles de Cristo en tierra de Arabia aunque en realidad haya al menos 800.000 (el 3,7 por ciento de la población que cuenta con 21.000.000 de personas). La mayor parte de los cristianos está integrada por filipinos, indios, coreanos, cristianos de Egipto o de Bangladesh que sufren las más intolerables vejaciones en la total indiferencia del mundo. El Corán es la constitución. La ley prohíbe a los cristianos todo tipo de culto, catequesis u oración pública e incluso privada en sus propias casas. Está prohibido celebrar las fiestas cristianas y también felicitar la Navidad por teléfono (mientras se obliga a celebrar el Ramadán), asimismo se prohíbe tener en casa Evangelios o llevar encima símbolos religiosos, como el crucifijo (incluso a la Cruz Roja en operaciones de socorro se le impuso borrar el símbolo y no poner la bandera). No hay una sola iglesia en toda Arabia Saudí y no está permitido construirlas. Los cristianos no pueden si quiera pisar -pena la detención- la ciudad sagrada de la Meca. Resulta inútil decir que es ilegal y pesantemente castigado todo acto de proselitismo y ferozmente condenado como un acto criminal la conversión al cristianismo. Pero, por otra parte, el Estado saudí tiene entre sus obligaciones la de difundir el Islam en el mundo y garantizar la da´awa, el proselitismo, que realiza financiando en el mundo entero mezquitas, escuelas coránicas y centros que a menudo forman fundamentalistas.
 
Sobre este punto considero fundamental el artículo de Sandro Magister publicado en el n. 48 de "L´espresso", 21-28 de noviembre de 2002, titulado "Trincea Moschea": "El maratón islámico del imán Wajdi Hamzah Al Ghazzawi comenzó hace tres años con salida de la Meca. "He visitado a los más importantes imanes del mundo entero y les he ilustrado mi propuesta. Algunos se entusiasmaron. Y éstos son los resultados: tres mil imanes de 62 naciones visitan cada semana mi página web en árabe. Con la versión inglesa pienso redoblar".
 
La nueva página la ha llamado Al-Minbar, palabra que en árabe quiere decir púlpito de mezquita. Es el púlpito desde el que todos los viernes a mediodía, en el mundo entero, los imanes pronuncian la khutbah, el discurso que orienta el corazón y la mente de un billón de musulmanes. Al Ghazzawi ha recogido millares de estos discursos del viernes, los ha hecho examinar por ocho teólogos de primer orden, saudíes como él, y ahora poco a poco los pone en la red: "como modelos de correcta predicación. Para todos los imanes que tengan necesidad de examinar la calidad y profundidad de sus discursos".
 
Pero no sólo los imanes. Gracias a Al Ghazzawi y a sus doctores del Corán, cualquier persona puede penetrar en este mundo hasta ayer desconocido. Aunque sea infiel. De una mezquita a otra en un viaje virtual: De Jerusalén a Medina hasta la inviolable Meca. Al alcance del ratón, se desvela por primera vez la crema y nata de la predicación musulmana según los cánones del wahhabismo saudí, la corriente superortodoxa cuyo control sobre las mezquitas del mundo entero es cada vez más apremiante.
 
Los místicos no se ilusionen. La khutbah del viernes desconoce la rarefacción espiritual. Las mezquitas son lugares políticos por excelencia. De ahí salieron todas las revoluciones. Es ahí donde se proclama el jihad, la guerra santa. En el mundo árabe, casi siempre quien pronuncia la khutbah está autorizado por el Estado. Y su texto es refrendado. De la Meca, una página como la de Al-Minbar no puede nacer y vivir sin el imprinting de la monarquía saudí.
 
Y entonces no sorprende que Al-Minbar tenga una sección especial dedicada a Palestina en la que recoge los discursos modelo sobre el tema. Todos como una piña de acuerdo en elevar a dogma el odio contra los judíos, en la exaltación del "martirio" de los terroristas suicidas, en la desautorización de cualquier tipo de negociación, en la predicación como única solución final de la cancelación de Israel.
 
Los judíos
 
En algunas khutbah, Israel y los judíos ni siquiera son llamados por su nombre. Son "la entidad criminal", son "la nación de cerdos y de monos". El odio y la enemistad para con ellos son predicados con la fuerza de un imperativo teológico "a gloria de Alá". Son "malvados y traidores desde siempre" y merecen solamente la guerra. Pero no una guerra cualquiera, como desean los nacionalistas que luchan sólo por la tierra, los olivares y sandías". "La orden divina es por una guerra religiosa, librada únicamente por los principios del Islam".
 
De cada khutbah, Al-Minbar da el nombre del imán que la pronunció y del lugar. Las más autorizadas son las de las tres ciudades sagradas, la Meca, Medina y Jerusalén, y de las primeras mezquitas por antigüedad Al Kaaba en la Meca y Al Aqsa en Jerusalén. La primacía sagrada de estos lugares es reivindicada de continuo hasta convertirse en un mensaje político. El Estado de Israel se declara inaceptable por principio: se ubica en aquella tierra sagrada "que tiene un estatuto especial entre las tierras musulmanas y que hoy incluye a Palestina, Siria, Líbano, Jordania, y partes de Arabia Saudí y de Irak"
 
El apócrifo antisemita titulado "Protocolo de los sabios de Sión", se da por auténtico y es citado como prueba del plan judío de adueñarse del mundo. En mancomún con la masonería, pero sobre todo "con el beneplácito de los cristianos y de Occidente", además de las Naciones Unidas y de aquellos musulmanes que lo son sólo de nombre, ciegos que confian en los procesos de paz israelo-palestinos sin darse cuenta que se trata "sólo de una variante del plan sionista de dominio universal". Todo conjura contra las naciones islámicas en todas partes: "las repúblicas musulmanas de la ex Unión Soviética tenían armas nucleares, pero Occidente se las ha quitado para dárselas a los cristianos ortodoxos rusos".
 
Todas las loas van en cambio a los "mártires" musulmanes, esto es, a los terroristas suicidas, que nunca se denominan como tales. Ellos son los "bendecidos", mientras que los "terroristas" son los judíos. Su martirio "es el mejor sendero para el paraíso". Allí cada uno de ellos, "como dice el Profeta, tendrá setenta y dos vírgenes y podrá interceder por setenta familiares que si no estarían destinados al infierno".
 
Occidente
 
Ésto en el más allá. Porque sobre esta tierra ya hay el infierno de los infieles. Sus conferencias internacionales para el control demográfico, "la propagación del desenfreno, sodomía, matrimonio de gays y lesbianas". Todo para destruir "la verdadera amenaza que los terroriza: el crecimiento de la población de los países islámicos, la islamización del mundo".
 
Numerosos discursos del viernes se centran el aflojamiento de las costumbres en los países musulmanes: las mujeres que no se cubren como deberían; que se mezclan públicamente con el sexo masculino; que posponen la edad del matrimonio; los jóvenes que salen hasta la madrugada; las familias que van de vacaciones a las naciones infieles; todos que se dejan deslumbrar por los espectáculos en las televisiones por cable. Y luego las competiciones deportivas internacionales: deseducativas porque "desarraigan el odio natural de los musulmanes contra los infieles". Contra las fiestas importadas: el "pescado de abril" [inocentadas, en España] "inventado en España para burlarse de los musulmanes", san Valentín o bien "el día de la inmoralidad y de la prostitución", la Navidad que "condena al infierno quien la celebra, prohibidos las felicitaciones, prohibidos los regalos, prohibido todo. Porque detrás está Satanás. Está Occidente, "civilización sin alma según sus mismos intelectuales".
 
Los cristianos
 
Y el diálogo interreligioso es la más insidiosa de las tentaciones. Las khutbahs están concordes en su condena sin remisión. Porque tras la idea de la "amistad islamocristiana", explican, se esconde la trampa "en la que también caen muchos que se creen musulmanes", olvidando que "Alá ha prohibido al Profeta y a los creyentes pedir perdón para los infieles aunque fueran familiares".
 
Por ello todo ídolo tiene que ser destruido. Han hecho bien los talibanes de Afganistán en bombardear los Budas. Es una orden de Alá. El Islam es la verdadera religión y es la única a tener el derecho a borrar las demás. Puede permitir que dentro de las iglesias los súbditos cristianos tengan imágenes: pero que nada salga al exterior. Se salvan en cambio las pirámides de Egipto: "demasiado grandes para ser destruidas, aunque un califa lo haya intentado". En cuanto a la Esfinge, se salvó "sólo porque está cubierta por la arena".
 
Los falsos musulmanes
 
Luego está el enemigo interno: los musulmanes del partido chiíta, llegados al poder en Irán con Jomeini aunque también numerosos (y perseguidos) en Irak y en la península arábiga. Las khutbahs contra ellos son de una vehemencia inaudita. Los chiítas "son la creación más perversa sobre la faz de la tierra". "Viven desde siempre en falsedad e hipocresía". "Se unen a los infieles y a los politeístas para atacar a los musulmanes". "Sus jefes en Irán mandan algunos una cosa, otros la prohiben, para confundir". "Son persas que odian a los árabes, hasta el punto de unirse a los judíos contra ellos". "Su sistema doctrinal está prácticamente construido para destruir al Islam en sus raíces". Conclusión: "Ha llegado el momento de arrancar el falso velo de la revolución iraní. Ellos han cambiado el Corán, han mentido contra el Profeta, han maldecido a sus compañeros, la mentira forma parte de su fe. ¿Es posible que esta gente sea musulmana? Si los chiítas, en su historia, pasaron por muchas desgracias y humillaciones, ésta es la recompensa de sus acciones".
 
Éstas son las khutbahs modelo. Las aconsejadas por la Meca. Las pronunciadas por imanes de clara fama mundial. Las que en Occidente serían las homilías de un Karol Wojtyla o de un Carlo Maria Martini.
 
Hay que tener muy en cuenta el contenido de las "khutbahs" y sus consecuencias ya que, según informa el diario "La Razón" de 22 de diciembre de 2002: "Arabia Saudí quiere implantar y extender entre la comunidad musulmana de España el integrismo islámico wahabí, una de las ramas fundamentalistas del islam, practicada por la mayoría de los musulmanes de aquel país, donde está impuesta como religión oficial desde la creación de ese Estado en 1932. El primer paso es la fundación de un Consejo Superior de Imanes que se encargaría de atraer y formar en el proselitismo integrista a los actuales imanes moderados, mediante comisarios religiosos wahabíes y abundante financiación. Este consejo forma parte de la estrategia saudí para controlar el movimiento asociativo musulmán en España, actualmente débil y dividido, y promover la construcción de mezquitas , escuelas y bibliotecas". "[...] Los informes en poder del Gobierno sobre las actuaciones saudíes en España destacan el «incremento notable de sus actividades» y en ellos se afirman que éstas van dirigidas a alcanzar uno de sus mayores objetivos: «La implantación entre los musulmanes que viven en España del islam wahabí como forma de vida». No obstante, la conclusión de este dossier es que «estas acciones forman parte de una verdadera ofensiva, a escala mundial, que, en Europa, se concreta en el triple objetivo de conseguir la reislamización de los musulmanes de los antiguos países del Este, la implantación del wahabismo entre los inmigrantes musulmanes de la Unión Europea y la conversión al Islam de los cristianos».
 
Al hilo de tan reveladores artículos estimo necesario, antes de proseguir con la descripción de la situación religiosa de Arabia Saudí, gastar algunas palabras sobre la deletérea interpretación del diálogo ecuménico en cierto mundo católico influido por el conformismo "islámicamente correcto". Como nos informa Antonio Socci en su ya citado libro en las págs. 74-75: "El misionario comboniano padre Antonio Galli, por ejemplo, ironiza sobre "ciertos islamólogos católicos que para intensificar el diálogo sugieren reemplazar las lecturas de la Misa dominical con textos del Corán". Además, incluso Franco Cardini, historiador y amigo del Islam, pone en guardia hacia "ciertos curas de buena voluntad": consentir "a los musulmanes utilizar lugares de culto católicos es ambiguo y arriesgado: lo juzgan como una debilidad y consideran que un lugar que ha sido utilizado por musulmanes se convierte en cierto sentido como algo que les pertenece por derecho".
 
Confirma la peligrosa equivocación padre Samir s.j.* que recuerda cuando el cardenal Pappalardo regaló a los musulmanes tunecinos residentes en Palermo una iglesia del 700 abandonada, como gesto de hermandad. "Para mí se trató de un error". La confirmación le llegó dos días después leyendo la prensa tunecina donde en las primeras páginas se escribía: "La victoria del Islam sobre el cristianismo. El cardenal de Palermo obligado a transformar una iglesia en mezquita". Evidentemente nadie lo comentó. Padre Samir, profundo conocedor del mundo islámico, explica que es "ingénuo" creer que los demás razonen como nosotros; a veces "poner cristianamente la otra mejilla puede ser interpretado como una invitación a abofetearte, a destruirte". Sigamos ahora con nuestro recorrido por la realidad saudí y la angustiante situación de los cristianos.
 
Son centenares los casos documentados de cristianos detenidos por haber participado clandestinamente en oraciones en casas privadas (Antonio Socci, pág. 106). Ello deja suponer que los casos de detención no documentados o que no salieron a la luz son muchos más (hay que tener en cuenta que los inmigrados de los países más pobres tienen miedo o no encuentran la forma de denunciarlo). Ser detenidos en estas circunstancias significa ser torturados, ser procesados sin abogados ni garantías, deportados, verse sin trabajo y ser expulsados. O verse obligados a convertirse al Islam. La comunidad católica filipina, procedente de un país pobre del Tercer Mundo, sufre todo tipo de vejaciones. Según Ayuda a la Iglesia Necesitada (Informe 1998 sobre la libertad religiosa) "la pena de muerte prevista para la violencia sexual no se aplica a los musulmanes que violen a mujeres filipinas". El 7 de enero de 2000 han sido detenidos diéciseis filipinos, entre los que había tres mujeres y cinco niños entre dos y doce años: estaban leyendo los Evangelios en un piso privado de Riad. En 1995, el filipino Donnie Lama, estuvo en la cárcel dieciocho meses ( desde el 5 de octubre hasta el 29 de marzo de 1997) por haber participado a una Misa clandestina en una casa privada. Fue puesto en libertad tras las presiones de los organismos internacionales. Pero antes de expulsarlo del país hacia Filipinas lo flagelaron con 70 latigazos.
 
No obstante estos hechos indiscutibles sigue habiendo personajes occidentales, que por su relevancia institucional podrían con el prestigio que les viene del cargo aportar las informaciones necesarias para la exigencia de responsabilidades a nivel internacional y para una presión mayor a favor de los derechos de las minorías religiosas, que niegan la evidencia. Paradigmáticas en este sentido son las declaraciones del embajador italiano en Arabia Saudí - neoconverso islámico - al semanal "L´Espresso" de 6 de diciembre de 2001, pág. 222. Según él (tras alentar un avance en el entendimiento entre el Estado italiano y la comunidad islámica) "el gobierno italiano debería demostrar que Italia es realmente un país abierto y multiétnico" y "en el Islam se desconoce por completo la coartación; los musulmanes jamás quemaron a un Giordano Bruno islámico".
 
No obstante el Santo Padre en persona, con motivo del Ramadán de 2001, hiciera un clamoroso gesto simbólico de fraternidad con el Islam, con el ayuno del 14 de diciembre, y tras la amnistía del Ramadán en la Navidad de 2001 que benefició a 12.000 presos, los cristianos que estaban en la cárcel desde hacía seis meses por haber sido sorprendidos rezando en una casa particular (proceden de Etiopía, India, Filipinas, Eritrea y Nigeria) no han sido puestos en libertad como se había prometido. Han seguido en la cárcel en condiciones terribles, sin acusaciones formales, sin poder entrevistarse con funcionarios de sus consulados y sin poder ver a sus familias. Una crueldad inexplicable que por fin ha acabado a principios de febrero de 2002 con la liberación y la expulsión del país, merced a las presiones internacionales. Para otros muchos, en cambio, el suplicio diario de la represión y del despotismo está lejos de ver su fin.
 
¿Para cuándo presiones internacionales, sanciones -incluso- "injerencias humanitarias", que pongan fin a este genocidio de las conciencias? Una respuesta a estos interrogantes la encontramos quizás en los nuevos equilibrios que podrían instaurarse tras un posible ataque de EE.UU. contra Irak. A pesar de considerar deseable una solución pacífica para el conflicto que contrapone Irak a la comunidad internacional y que mi condición de ser humano me impide conocer las reales intenciones y las posibles consecuencias de un acción bélica occidental, es un hecho objetivo que "Teniendo en cuenta la situación geográfica de Irak, y los posibles aliados de EE.UU. el único frente amplio y que se pudiera considerar como más o menos aliado es Arabia Saudí. Arabia Saudí acepta la intervención pero siempre bajo bandera de la ONU. El problema vendría con una negativa de Arabia Saudí de utilizar su territorio.
 
Hay que tener en cuenta que el fin del régimen de Saddam supondría el fin de la necesidad de los pozos petrolíferos de Arabia Saudí. Hay que recordar que varios de los tripulantes de los aviones que se estrellaron contra las torres gemelas eran de esa nacionalidad, y que este país financia buena parte de las mezquitas que proliferan por Europa, centros muchas veces del integrismo y difusoras de sus ideas más radicales. EE.UU. quiere separarse del lastre de Arabia Saudí y no le vendría nada mal tener un régimen verdaderamente prooccidental en Irak. Este régimen evitaría la dependencia del petróleo saudí y permitiría a EE.UU. ser más duro con Arabia Saudí" (Jesús María Ruiz Vidondo, Arbil n. 65).
 
¿Querría y/o sabría la comunidad internacional aprovechar la posibilidad? ¿O más bien se alinearía con el desarme moral de Occidente puesto en escena el pasado día 15 de febrero con las oceánicas manifestaciones pacifistas que en nada pueden contribuir a la solución del conflicto, sino todo lo contrario, sirven para apuntalar un régimen que empezaba a titubear frente a la firmeza internacional?






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