Miguel Sanz. HIPOCRESIA Y FEMINISMO DE DOBLE RASERO
Fecha Miércoles, 01 Febrero a las 10:57:19
Tema Islam


 Opinión. HIPOCRESIA Y FEMINISMO DE DOBLE RASERO
 
Miguel Sanz.
 
" Lo mejor que podría hacer el Estado español, no ya sólo en Ceuta y Melilla, sino también en todo el territorio nacional, es defender los derechos de las mujeres árabes y musulmanas, ayudándolas a alcanzar la igualdad de género, al menos en nuestro país, en lugar de llevar a cabo este tipo de ceremonias multiculturales y políticamente correctas."


Hace tiempo se produjo en Melilla un hecho que han recogido los medios de comunicación, con notable regocijo, como es habitual en estos casos.
 
Se trata ni más ni menos de Salima Abdeslam, la primera diputada regional, no ya musulmana o árabe, sino que porta de forma habitual el velo islámico en su vestimenta.
 
Uno puede comprender que no sea posible impedir que un cargo electo, o ciudadano en general, sea de la España peninsular o de dichas ciudades norteafricanas, vista de una u otra forma, según sus deseos o circunstancias. Pero lo que ya no resulta fácil de entender es el aplauso que se le otorgó a dicha persona en su toma de posesión, ataviada con el correspondiente hiyab en cuestión, especialmente por parte de miembros de partidos políticos supuestamente progresistas y de izquierdas, y por tanto en teoría defensores de los derechos e igualdad de la mujer.
 
Además del hecho festivo y colorista de tener a una seguidora del velo islámico en ladiputación de turno, se puede ver también la cuestión –todo tiene siempre varias interpretaciones- como un paso más en la pérdida de españolidad de Ceuta y Melilla, cuya soberanía está cada vez más amenazada por el rápido aumento de la comunidad musulmana en ambas ciudades, que según estudios de los servicios de inteligencia del ejército (como de costumbre, ignorados por el gobierno) corren el riesgo de convertirse en mayorías en sólo cuestión de una década.
 
Por otra parte, está la cuestión de los derechos de la mujer, y no se entiende que en un momento de ofensiva política, social y cultural -perfectamente justificada por los graves casos de violencia doméstica- a favor de la igualdad y contra la discriminación de género, se aplauda y jalee frívola y despreocupadamente a una concejala, sea de la procedencia étnica y cultural que sea, en este caso de ideas islámicas ultraconservadoras, que porte el símbolo de la sumisión de la mujer al hombre en el mundo musulmán, donde ellas deben vestir de una forma exageradamente pudorosa, mientras a sus homólogos masculino se les permite llevas las ropas que deseen, incluyendo las de estilo occidental, entre muchas otras prerrogativas.
 
Se podrá decir que es sólo un pañuelo, pero se ignora en este caso la fuerza y la importancia de los símbolos (especialmente en el mundo islámico), tras el que va la dependencia y la inferioridad generaliza de la mujer con el hombre en la cultura musulmana.
 
Al igual que es un símbolo también que una mujer portando un hiyab se haya introducido en un órgano de poder de los enclaves españoles de la costa africana, sin que a nadie parezca preocuparle esto lo más mínimo, a pesar de sus implicaciones y consecuencias en el proceso de marroquinización e islamización de dichas ciudades, en las cuales, según estudios, sólo el 40% de la comunidad musulmana se considera completamente española.
 
En general, lo mejor que podría hacer el Estado español, no ya sólo en Ceuta y Melilla, sino también en todo el territorio nacional, es defender los derechos de las mujeres árabes y musulmanas, ayudándolas a alcanzar la igualdad de género, al menos en nuestro país, en lugar de llevar a cabo este tipo de ceremonias multiculturales y “políticamente correctas”. Por las que da la impresión de que ya ni siquiera nos creemos nuestras propias leyes y convicciones.
 
 
 






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