Un informe de los Servicios de Información españoles alertan del riesgo creciente de que jóvenes musulmanes radicales puedan convertirse en miembros activos de organizaciones terroristas. |
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La idea de que el terrorismo islamista en España y en toda Europa está promovido, financiado y ejecutado por organizaciones e individuos extranjeros, que se instalan en las sociedades occidentales y luego las golpean con toda la dureza de que son capaces, puede ser muy cierta y tener al día de hoy una gran vigencia, pero algo está cambiando en este panorama y parece que el
fenómeno del terrorismo internacional tendrá cada vez mayor complejidad porque, entre otras razones, tiene cada día mayor imbricación dentro de nuestras sociedades y poco a poco se está
'nacionalizando'.
La segunda generación
Aunque en las últimas operaciones policiales contra el terrorismo islamista que han tenido lugar en España y que han permitido detener en las últimas semanas a casi una veintena de personas, la mayor parte de los implicados son argelinos de condición salafista, la realidad es que existe un peligro latente dentro de la propia sociedad española en los llamados islamistas de segunda generación, es decir, esos jóvenes musulmanes radicales, de nacionalidad y residencia española, que son un evidente caldo de cultivo para 'alimentar' el terrorismo internacional. La preocupación es clara en el Gobierno español, tal como ha venido reflejando el ministro del Interior, José Antonio Alonso.
Los ejemplos de Londres y París han venido a demostrar que esta situación forma parte de nuestra realidad en toda Europa. Dentro de España han sido los propios Servicios de Información de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado los que han dado la voz de alarma acerca de esta peligrosa situación que se nos viene encima. Un informe de la inteligencia española, al que ha tenido acceso Europa Press, alerta de este 'incipiente peligro' procedente de los islamistas de
segunda generación e insta al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a tomar medidas de prevención para evitar que estos jóvenes radicales se conviertan en elementos al servicio terrorista.
El ejemplo británico y francés
El informe recomienda, en este sentido, fijar la mirada en Reino Unido y Francia, donde los elementos terroristas o desestabilizadores han sido personas socialmente integradas. Sólo en el país galo, las autoridades francesas estiman que existen alrededor de 5.000 salafistas, que se radicalizan en 'algunas salas de rezos' o en las cárceles, tal como publicó recientemente el diario Libération, que recogía también la 'prioridad' de este asunto para el ministro de Interior francés, Nicolas Sarkozy.
Según el informe de los servicios españoles sobre los islamistas de segunda generación, se trata de individuos que responden a un perfil muy determinado: adolescente, varón, de nacionalidad española y origen magrebí, con alto nivel de integración social pero curiosamente muy vulnerables ante el discurso radical, alimentado por sus mayores, en su propio entorno familiar o círculos de amistades.
Los llamados 'imanes de garaje', que predican en locales repartidos por toda España, ejercerían una gran influencia sobre estos chicos que podrían suponer, según el informe, una seria amenaza para nuestro país.
Focos integristas
La Policía española ha elaborado un censo con más de 400 locales de este tipo repartidos por toda España en los que se difunden mensajes radicales, aunque los principales focos de integrismo se sitúan en zonas con fuerte presencia magrebí, como Navarra, Cataluña, Andalucía y todo el Levante español. De hecho, las últimas operaciones realizadas en España por la Policía se llevaron a cabo en Granada, Málaga, Alicante y Murcia. En todo caso, estos jóvenes, en virtud de su nacionalidad española, disfrutan de una gran movilidad por toda la geografía nacional.
La situación es tan peligrosa que el Consejo de Ministros de Justicia e Interior de la Unión Europea acaba de aprobar una Estrategia y Plan de Acción común contra la radicalización y la captación de terroristas en todo el territorio europeo. El informe de los servicios españoles no está, por tanto, desorientado, sino que responde a una realidad palpable, de la que han tomado nota en toda Europa tanto el primer ministro británico, Tony Blair, como presidente de turno de la UE, como la propia Comisión Europea que preside José Manuel Durao Barroso.