«Pasan en manadas,  se emborrachan y lo dejan todo perdido», dice Juana, una abuela gitana. Lo confirma Pedro Taravilla, portavoz de la asociación de vecinos: «Los lunes por la mañana parece que por aquí haya ocurrido una batalla campal».

Botellas, latas, cristales... son algunos de los rastros que la borrachera deja en el parque. «Tardamos más en limpiarlo todo que en cuidar el resto», confiesa Doria, que trabaja como empleada de parques y jardines. Los vecinos sienten que se han quedado sin parque y sin seguridad.

«Si te acercas por allí, te insultan, te amenazan o te pegan», reconoce David, un chaval que no entiende por qué a los españoles no les dejan hacer botellón y a los extranjeros «no les dicen nada».

Pero tras las quejas de los vecinos, que se reunieron con el concejal del distrito para informale del comportamiento incívico en el parque, la policía ha controlado la zona durante los dos últimos fines de semana. Una medida que está dando buenos resultados.

«Dicen que somos racistas, pero no lo somos. Hay latinoamericanos muy majos, pero éstos no nos respetan», asegura Candy. «La última pelea fue porque un suramericano estaba meando delante de la gente y varios gitanos le llamaron la atención».

 «No nos pueden meter a todos en el mismo saco», pide Ana, una chica boliviana, que dice avergonzarse del comportamiento de algunos de sus compatriotas.

Lo mismo piensa Antolín, el vecino más comprensivo del barrio: «A mí los suramericanos no me molestan, yo sé lo mal que lo están pasando en su país. Lo de emborracharse y ser salvajes lo saben hacer también los españoles».

El ‘fantasma’ de Villaverde

La tensión vecinal que se vive en Usera trae al recuerdo la violencia que padeció en mayo el distrito de Villaverde tras la muerte de un joven acuchillado, presuntamente por un dominicano. Las agresiones, pintadas xenófobas e incidentes racistas se sucedieron, pero las asociaciones vecinales acordaron con la Delegación del Gobierno y el Ayuntamiento un plan especial de seguridad y una batería de medidas sociales que, según un portavoz vecinal, «no se han cumplido». La presencia policial se mantiene, aunque en menor número. Este mes habrá una gran reunión vecinal para hacer el balance de los tres meses del plan.

El barrio  se declara «no xenófobo»

Juana. Vecinal (Gitana).

Todos los que van al parque son inmigrantes. Se emborrachan, se ponen a mear delante de la gente y los niños, se pegan con cualquiera y lo dejan todo perdido. Si fueran buenos, no tendríamos nada contra ellos».

Doria. Jardinero (Guinea).

«Es increíble lo que ocurre aquí. Los lunes por la mañana, encontramos miles de litronas, cristales rotos y jeringuillas. Hay un refuerzo de empleados para limpiar. Perdemos más tiempo en recogerlos que en cuidar del parque».