Según el estudio de la UPNA, entre los inmigrantes que tuvieron un problema de salud en el año anterior a hacerse la encuesta, el 97% fue a un centro de salud y el 67% a urgencias de los hospitales. Más de la mitad (el 51%) acudió a un médico especialista, el 46% estuvo ingresado en un hospital, el 7% fue a un centro de salud mental y el 6% utilizó la medicina alternativa. Aunque el 95% de los inmigrantes tiene tarjeta individual sanitaria (TIS), solo la mitad cotiza a la Seguridad Social. En otras comunidades aunque la cifra de cotizantes no llega al 25%.

Los extranjeros van a los centros de salud una media de 2,3 veces al año. Ese número la superan los colombianos y los ecuatorianos (3 y 2,5 veces respectivamente). Los ciudadanos andinos son también los que más acuden a los centros de salud mental, a las urgencias de los hospitales y a los médicos especialistas. Por sexos, se observa que las mujeres van más a los centros de salud mental y a las consultas de los especialistas. Sin embargo, la frecuencia en el uso de los servicios de urgencia y las hospitalizaciones es similar entre hombres y mujeres.

 

Con respecto a las tarjetas sanitarias, el 95% de los inmigrantes la tienen. Quienes no la poseen es porque acaban de llegar, no se han puesto enfermos y no han tenido la necesidad de solicitarla. Para pedir la TIS basta con estar empadronado en algún municipio navarro. No importa que se esté en situación regular o irregular. La tarjeta sanitaria da derecho a cualquier atención que se dispense en la red sanitaria pública foral.

 

Los ciudadanos extranjeros, en general, tienen una salud peor que la de los navarros. En el año 2003, y según el informe de la UPNA, el 24% de los inmigrantes había tenido alguna enfermedad o un problema de salud que le impidió alguna vez acudir a su trabajo. Ese porcentaje desciende al 15% en el caso de la población local. La mayoría de los inmigrantes que faltaron al trabajo en 2003 tenían entre 20 y 44 años (24,6%).

 

La cobertura que los servicios públicos prestan a los ciudadanos, se viene caracterizando en los últimos años por la manifiesta insuficiencia de recursos. La alternativa que los sucesivos gobiernos municipales o nacionales, ha sido el recorte e imputación de parte de los gastos de servicios fundamentales a los usuarios, haciendo peligrar los principios de igualdad de acceso, continuidad de servicios de primera necesidad y naturalmente rebajando nuestra calidad de vida

 

Los datos demuestran que el fenómeno migratorio contribuye a agravar determinantemente esta tendencia. Los recién llegados ocupan las franjas de salarios más bajos, son por tanto los que menos cotizan. Sin embargo son los que más gastos ocasionan y más ayudas acaparan del estado, desplazado a los españoles que antes recibían estas ayudas.

 

Esta descompensación agudiza el colapso de las instituciones y ayuda a consolidar la progresiva reducción de prestaciones, además de la presión a la baja que ejerce en la calidad del mercado de trabajo. La inmigración no es la solución para las arcas del estado, sino uno de sus más graves problemas. En los términos que sé esta dando puede desembocar en la quiebra del sistema de coberturas sociales, de la convivencia, de nuestra calidad y forma de vida