Iniciativa Habitable secunda la protesta por la Ría de Huelva
Fecha Jueves, 10 Marzo a las 16:05:48
Tema Ecología


Greenpeace alertó este jueves del estado de la Ría de Huelva y de las dramáticas consecuencias que está teniendo su alto grado de contaminación en la salud de la población. Una situación que se arrastra desde hace casi medio siglo y que ninguna Administración se ha atrevido a solucionar. Desde Iniciativa Habitable hemos secundado el ejemplo de Greenpeace dirigiéndonos a los directores de las plantas que vierten en la balsa de fosfoyesos para trasladárles nuestra preocupación por la situación. Si después de un plazo razonable de tiempo desde el envío de las cartas, Iniciativa Habitable recibe el mismo trato dado a Greenpeace (a día de hoy no se les ha respondido) estudiaremos que medidas judiciales se pueden emprender contra los responsables (tanto empresas como Administraciones Públicas) de este increíble atropello al Medio Ambiente y a la Salud Pública.


Greenpeace alertó este jueves en Huelva de niveles de radiación 97 veces superiores al máximo permitido en las proximidades del Río Tinto, cerca de donde se ubica el Polo Químico de la capital onubense, dijo el portavoz de la organización y responsable del Grupo de Aguas, Julio Barea.
 
En rueda de prensa, a bordo del buque Arctic Sunrise atracado en el puerto de Huelva, Greenpeace y la Mesa de la Ría presentaron el documento 'La Ría de Huelva: un desastre ecológico a escala mundial' en el que se apunta el deterioro del medio ambiente y de la calidad de vida que padecen los onubenses desde mediados de los años 60, cuando se ubicó el Polo Químico en la Avda. de Montenegro.
 
Barea calificó de "dantesca e intolerante" la situación de contaminación de la Ría de Huelva, e incidió en que "hemos sido nosotros mismos los que hemos medido los niveles de radiación comprobando esta gravísima situación".
 
La insoportable situación de la Ría de Huelva se viene arrastrando desde hace prácticamente medio siglo, sin que administración alguna se decida a solucionar este problema.
 
Las empresas Fertiberia y Foret obtuvieron la concesión administrativa para el vertido de yesos en 1968. Desde entonces empezaron a verter sus residuos a los cauces próximos. A día de hoy, según la Mesa de la Ría, unos 120 millones de toneladas de fosfoyesos, un residuo tóxico, se han acumulado a unos 500 m de las barriadas de Pérez Cubillas y Los
Rosales, en las marismas del río Tinto.
 
En diciembre de 1995 la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía autorizó la “reordenación de vertidos de yesos” para reducir al máximo la contaminación que había alcanzado importantes niveles debido al escado control de la Administración. Según el plan, las empresas debían dejar de verter fosfoyesos al medioambiente y hacerlo en un mismo punto sin ocupar nuevas superficies de marismas virgen. Los depósitos en altura se seguían permitiendo, pero obligando a las empresas a la recuperación de los terrenos mediante su revegetación. Además, el agua utilizada para transportar los fosfoyesos a la balsa no debía volver a la ría, proceso que hoy día presenta múltiples pérdidas de aguas contaminadas.
 
El 31 de diciembre de 1998 se rompió una de las balsas de fosfoyesos “reordenadas” soltando al río Tinto, según las cifras oficiales, 50.000 metros cúbicos de aguas ácidas metales pesados y otros tóxicos como fluoruro, fosfato y arsénico. Esta liberación de sustancias contaminantes afectó al medio natural fluvial y marino y a la salud de las personas por la incorporación de estos tóxicos a la cadena alimenticia. Curiosamente, y a diferencia del vertido de Aznalcóllar, su difusión mediática fue escasa y local.
 
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha recabado, a lo largo de los años, numerosa información del estado de la Ría a través del análisis de sus aguas. Sus conclusiones parecen corresponder más al estado de una zona después de un desastre nuclear que a un lugar habitado por gente:
Metales pesados: en todas las muestras de sedimentos superficiales se detectaron altas concentraciones de metales pesados, especialmente el zinc, seguido por el cadmio, el arsénico y el cobre. Dicho informe concluye que “la concentración de metales se considera muy alta, sobre todo en los casos con un alto potencial de toxicidad como el arsénico, cadmio y plomo”.
 
Elementos radiactivos: la concentración media de uranio en el fosfoyeso es cinco veces superior a la de un suelo no contaminado. Además, las concentraciones de Radio 226 y de
Plomo 210 son unas 20-30 veces superiores a las de un suelo normal. El informe del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) advierte: “los anteriores elementos radiactivos y sus descendientes son emisores gamma, por lo que pueden suponer un riesgo radiológico para las personas que realicen actividades sobre las balsas sin cubrición que actúe como blindaje.”
 
El estudio del CSIC ha investigado también la incidencia de enfermedades en la ciudad de Huelva, centrándose en la mortalidad por cáncer. Los resultados detectan un mayor índice de mortalidad con respecto al del resto de las capitales de Andalucía, un 10 por ciento más de muertes por cáncer en los hombres y un 6 por ciento en las mujeres. Andalucía es, además, una de las comunidades con mayor tasa de mortalidad por cáncer de toda España.
 
Coincidiendo con la sequía de 1995, se registran en Huelva 725 casos de una enfermedad tiroidea atípica. El doctor Francisco López Rueda, uno de los endocrinos más reconocidos de la ciudad, descubre que los culpables son los PCBs, los compuestos organoclorados, como las dioxinas (procedentes de las fábricas) y ciertos plaguicidas (utilizados por los agricultores de la zona), unido a altas concentraciones de metales pesados. La sequía de aquel año originó una concentración de estos compuestos tóxicos que perjudicaron la salud de la población.
 
De forma paralela el Colectivo Ciudadano por la Descontaminación de Huelva, del que forma parte el doctor López Rueda, ha denunciado una incidencia mayor de esterilidad, abortos, malformaciones de nacimiento, asma y otras afecciones respiratorias y enfermedades endocrinas.
 
La instalación del Polo Químico ha alterado también los hábitos de vida de los habitantes de la Ría y de Huelva (unos 144.000 sólo en la capital). Actividades tradicionales como la pesca y el marisqueo están prohibidas como consecuencia de los altísimos niveles de metales pesados, organoclorados y otros compuestos detectados en suelo y aguas. El aire de la ciudad sufre la contaminación: las partículas en suspensión presentan valores que doblan lo recomendado por las Directivas Europeas, así como altas emisiones de dióxido de azufre (SO2) y óxidos nítricos (NOx). Se ha perdido el uso público de la playa Gilda en Huelva (junto a la estatua de Colón) que ya no se considera playa por parte de la Administración. El paseo marítimo, el tren que accedía a la Punta, los balnearios y la zona de esparcimiento de la ciudad que suponía antaño la Punta del Sebo también han desaparecido. A ello se suma la amenaza sobre las Marismas del Río Odiel, al otro lado de la ciudad en la orilla del río del mismo nombre, y que fueron declaradas Reserva de la Biosfera.
 
Resumiendo : el vertedero de residuos industriales de Huelva es uno más extensos del mundo (1.200 hectáreas) siendo más grande que la propia ciudad. Su construcción ha arrasado buena parte de las marismas del río Tinto, de alto valor ecológico y biológico. Actualmente las balsas de fosfoyesos alcanzan los 18 metros de altura y casi 120 millones de toneladas acumuladas, a un ritmo aproximado 2,5 millones de toneladas año. Estos fosfoyesos incluyen importantes cantidades de elementos radiactivos, metales pesados y ácidos libres. La montaña de residuos ha provocado evidentes problemas de salud, la pérdida de terrenos de enorme valor ecológico y tiene un fuerte impacto visual y paisajístico entre las ciudades de Palos de la Frontera, Moguer y Huelva. En 1997 la Junta de Andalucía notifica al Ministerio de Medio Ambiente la modificación de las condiciones
en las que se realizan los vertidos y, por tanto, de la concesión. Así, permite que la altura máxima de la pirámide de residuos llegue a los 25 metros.
A esta situación se le añade el enterramiento, en mayo de1998, de 130 toneladas de cenizas radiactivas con cesio 137 procedentes de la empresa Acerinox.
 
Desde Iniciativa Habitable vamos a seguir el ejemplo de Greenpeace que, el pasado 18 de febrero, se dirigió por carta a los directores de las plantas que vierten en la balsa de fosfoyesos, trasladándoles la preocupación por la situación. Igualmente se les solicitaba información sobre las medidas previstas para evitar la contaminación de la Ría y sobre sus planes para descontaminar el área afectada por su actividad industrial.
 
De forma análoga se remitieron sendas cartas a la Consejera de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía y al Director General de Costas del Ministerio de Medio Ambiente, instándoles a hacer cumplir la legislación vigente sobre medio ambiente y solicitando información de los controles y estudios realizados en el entorno de la Ría de Huelva en relación al impacto de los vertidos de fosfoyesos.
 
Si después de un plazo razonable de tiempo desde el envío de las cartas, Iniciativa Habitable recibe el mismo trato dado a Greenpeace (a día de hoy no se les ha respondido) estudiaremos que medidas judiciales se pueden emprender contra los responsables (tanto empresas como Administraciones Públicas) de este increíble atropello al Medio Ambiente y a la Salud Pública.
 
 






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