Ceuta. El Príncipe, el barrio más peligroso de España En Ceuta, 12.000 musulmanes viven marcados por el desempleo y la arginalidad. El tráfico de hachís es el motor económico de la barriada. Hace 20 años, entre sus vecinos había tantos cristianos como musulmanes. Ahora sobran dedos de una mano para contar los no musulmanes

La barriada del Príncipe Alfonso, en la periferia de Ceuta, la más cercana a la frontera de Marruecos. Sus ciudadanos, acosados por el fracaso escolar, el desempleo, la desaparición del dinero fácil del tráfico de hachis, tienen la sensación de que la Administración «no nos hace caso». Unas 12.000 personas viven en el barrio, una maraña de callejuelas donde comparten espacio lujosas viviendas de tres plantas con inmuebles ruinosos. Hace 20 años, entre sus vecinos había tantos cristianos como musulmanes. Ahora sobran dedos de una mano para contar los no musulmanes. «Los sucesivos gobiernos entregaron viviendas de protección oficial a una parte de los vecinos. El resto nos quedamos», recuerda el presidente de la asociación de vecinos, Laarbi Mohamed.Y los que se quedaron, como el propio Laarbi, comenzaron a levantar viviendas dignas al margen del planeamiento urbanístico y del Ministerio de Defensa, propietario de gran parte del suelo de la ciudad autónoma.

Karim Mohamed, compañero de Ahmed en la Ejecutiva de IU y presidente de la asociación Jóvenes en Acción, asegura que sólo hay «dos o tres» vecinos con los títulos de propiedad de sus domicilios en regla. El resto pagan cuantiosas multas.

El Gobierno autonómico baraja un proyecto para regenerar la barriada, pero su aplicación se retrasa ante la dificultad de la empresa, sobre la que la oposición insiste regularmente. «No se puede seguir retrasando el momento de meterle mano al Príncipe», afirma Laarbi Mohamed, que paga más de 600 euros mensuales de sanción por haber reformado su casa al margen de los planes urbanísticos. Hace 10 o 15 años muchos bolsillos del Príncipe hubiesen podido soportar con holgura ese peso. En la época dorada del tráfico de hachis, antes de que el SIVE obligase a los narcos a modificar sus rutas para llevar a Europa, el el oro negro del Rif dejo mucho efectivo en El Príncipe.

Muchos jóvenes de El Príncipe que ahora tienen 20 años se han criado viendo correr el dinero», explica un miembro de la Asamblea. «Lo de Mustafa Ahmed es el reflejo de una generación perdida, sin formación y sin alternativas de futuro. Una generación criada en el dinero fácil que ahora está descolocada».

Salimos a un muerto al año». Lejos de los tiempos en los que un vecino podía entregar como si tal cosa 6.000 euros en metálico en un comercio del centro para que les llevasen ropa a sus casas, el Príncipe sufre ahora como ninguna otra barriada los altos índices de fracaso escolar de Ceuta (los más elevados de España) y la falta de empleo. «El paro en la ciudad se acerca al 20 por ciento según estadísticas oficiales, pero el de El Príncipe multiplicaría esa cifra», afirman fuentes sindicales.

Todos esos condicionantes inflaman la vida en el barrio, que incluso se ha planteado solicitar constituirse como una pedanía. «El fuego existe, pero la falta de atención institucional lo propaga», advierte Laarbi Mohamed, que lleva años pidiendo más presencia policial. Hace cinco años, el Príncipe fue presentado a nivel nacional como «el barrio más peligroso de España», pero hoy lo es más de lo que lo era entonces. «Salimos a un muerto al año y eso es inaceptable», denuncian los vecinos, que tras la muerte del dirigente de IU se han topado con el miedo que ha hecho que haya ceutíes que, tras más de 30 años viviendo en la ciudad, nunca hayan pisado sus calles.

Fuentes policiales aseguran que las guerras entre familias dedicadas al tráfico de hachis, en pleno declive, están detrás de muchas de las escaramuzas que llevan a El Príncipe a los titulares de los periódicos. La última, ayer mismo, por la localización de un zulo en una vivienda donde un joven de 20 años, guardaba un subfusil, una escopeta y dos pistolas antiguas. «El Príncipe Alfonso está lleno de armas, las mismas que los traficantes de hachis traían en sus planeadoras cuando volvían de hacer un pase», explica un buen conocedor del barrio metido ahora a tareas políticas. En el barrio se puede conseguir una pistola por 200 euros.