Informe. Nada bueno le espera a los no musulmanes en el momento en que los musulmanes lleguen a ser mayoría en un país
EGIPTO : PERSECUCIÓN DE CRISTIANOS A ORILLAS DEL NILO
Denegación del permiso de construir iglesias, asesinatos de sacerdotes y laicos, secuestros de adolescentes: se estrecha el cerco sobre los cristianos de Egipto. Traducción exclusiva para Iniciativa Habitable. |
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Egipto cuenta con una importante minoría de 11 de coptos ortodoxos, es decir, el 18% de sus 63 millones de habitantes
Pasado mes de abril. Una tormenta de arena destruye el muro de un claustro de ladrillos de tierra seca de la iglesia de San Menas de Taha, una pequeña ciudad de provincias a 200 kms, de El Cairo, en la que se cuentan treinta mil cristianos coptos. Esta iglesia se encuentra sobre un antiquísimo lugar de culto copto que remonta a los primeros siglos del cristianismo.
Algunos jóvenes reconstruyen el muro. Pero el 2 de mayo, a la una de la madrugada, un coronel y un teniente de 24 años irrumpen en el presbiterio. Arrancan de su cama al cura, el Padre Ibrahim Mikhaïl, de 60 años, exigen que haga venir a los que han reocntruído el muro, y requisan una camioneta que pasaba por la carretera, de la cual expulsan al propietario. Un abogado copto acude. Pide acompañar a los jóvenes y al cura a la comisaría, pero se enfrenta a un rechazo frontal. El teniente mete en la camioneta al cura y a los cinco cristianos, toma el volante y lanza el vehículo a toda velocidad a través de caminos de tierra. Llegado ante un canal, precipita en él la camioneta, cuidando de lanzarse justo antes.
Tres de los pasajeros resultarán heridos de gravedad, pero el cura ha fallecido, así como dos de sus feligreses. Sus funerales, conmovedores, fueron celebrados por Monseñor Bafnotios, obispo de Samalut, la diócesis de la que depende Taha, en presencia de 6.000 personas. El obispo ha denunciado el crimen con valentía. Pero la policía ha acusado al cura y a los cristianos de haber querido robar el coche, y Monseñor Bafnotios es el principal acusado.
Este drama constituye por desgracia sólo la punta del iceberg. En la región de Taha, se han presentado 25 demandas de construcción de iglesias en los últimos 30 años. Todas ha sido rechazadas por el gobierno, salvo un solo permiso que ha sido concedido. Sin embargo, la iglesia de Egipto está en pleno renacer después de 50 años, y las iglesias resultan en todas partes insuficientes, dada la intensa práctica religiosa. En Taha, la única pequeña iglesia de 400m2 no dispone de capacidad de albergar a las 30.000 personas que la frecuentan.
IGLESIAS CERRADAS “PARA NO PROVOCAR LA ENVIDIA DE LOS MUSULMANES”
En todo el país, los permisos para la construcción de iglesias son acordados con cuentagotas, y se hacen esperar con frecuencia más de medio siglo, como en el caso de la nueva catedral de Assuán. Deben ser firmados por el Presidente de la República en persona. Lo mismo vale para la más mínima obra de reparación. Una iglesia contraída y reparada ilegalmente corre el riesgo de ser demolida inmediatamente por la policía o el ejército, y los responsables corren el riesgo de ser detenidos o torturados. Por el contrario, nada más sencillo para un particular que conseguir en algunas horas un permiso para construir una mezquita…
Monseñor Banoftios es una personalidad carismática e inteligente que dice misas sin miedo. Así, clama que “existirá igualdad en este país entre los ciudadanos cuando cristianos y musulmanes vayan a buscar el permiso para la construcción de una iglesia o de una mezquita con el mismo impreso a la misma oficina”. A la espera de ello, no sólo no puede construir su catedral, sino que tres iglesias han sido clausuradas por la policía “para no provocar la envidia de los musulmanes”.
Hay aún cosas peores. El Medio Egipto había sido ya víctima en enero de 2000 de la matanza de 21 cristianos en El Coche, y de la tortura por la policía, en 1998, de un millar de musulmanes durante una semana. El año pasado, 19 de agosto, el gran monasterio de San Antonio, en el Mar Rojo, importante centro de la vida monástica de los Padres del desierto y uno de los primeros monasterios de la cristiandad, fue atacado por un ejército de varios miles de soldados, que destruyendo la muralla exterior. Los 150 monjes, salidos para formar una muralla con sus cuerpos, sólo fueron salvados por la presencia de numerosos turistas equipados de aparatos de vídeo y fotográficos. El pasado 5 de enero, le tocó el turno al centro psiquiátrico de Patmos, creado por el obispo de Heliópolis en las afueras de El Cairo; atacado por quinta vez desde 1996, esta vez por 600 soldados. Un vehículo militar fue lanzado sobre el obispo, Monseñor Botros, que fue salvado por un copto, que fue aplastado en su lugar. Otros 67 cristianos fueron agredidos.
LA ISLAMIZACIÓN DE LA POLICÍA, UN RIESGO PARA EL PAÍS ENTERO
Para colmo, el secuestro de jovencitas cristianas (de entre 14 y 15 años) se intensifica desde una decena de años. Se trata, de acuerdo con el testimono de las pocas que han conseguido escapar, de forzarlas a convertirse al Islam, de casarlas por la fuerza con un musulmán, y de enviarlas a la otra punta de Egipto, de forma que sus familias no puedan volver a encontrarlas.
A primeros de 2005, unas adolescentes cristianas, fácilmente reconocibles por el hecho de que no llevan velo y de que con frecuencia llevan una cruz de oro, fueron secuestradas en unos grandes almacenes de El Cairo dirigidos por musulmanes radicales. El asunto provocó cierto revuelo. El pasado 16 de marzo, en una de sus audiencias, el Papa-patriarca copto Chenuda III ha exhortado públicamente al gobierno sobre este escándalo.
Pero por parte de la policía, se mira hacia otro lado. A veces llega a ocurrir que los policías contestan a los padres llorosos que saben dónde se encuentra su hija, pero que nunca la volverán a encontrar. Del mismo modo, la policía está al tanto con antelación del lugar y la hora en que se producirá una matanza de cristianos.
Así, se llega a esta situación paradójica: el gobierno egipcio, desde hace una docena de años, asegura eficazmente la protección de los turistas, que no tienen nada que temer actualmente al visitar el país de los faraones – incluso en el Medio Egipto, que era objeto de ciertas condiciones para viajar desde hacía una decena de años, pero que ahora vuelve a ser accesible a los turistas.
Pero ese mismo gobierno egipcio debe demostrar que se preocupa de los derechos humanos y de que los cristianos – agentes eficaces de la economía del país y de la industria turística del país, que constituye la primera fuente de ingresos – ya no serán ciudadanos de segunda.
Para ello debería dar órdenes a la policía, cuya islamización supone un riesgo para el país entero y no sólo para los cristianos.