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Economía

 El peligroso endeudamiento de las familias españolas

Juan Carlos Martínez Lázaro. Profesor. Instituto de Empresa - 9/1/2006. Los españoles tienen un alto endeudamiento. Sus créditos representan ya el 77,4% del PIB y son la principal amenaza para la economía española. Sobre todo, ante un escenario de tipos alcistas, que pueden ahogar las bases del crecimiento español.



En los últimos meses, se viene hablado con insistencia de los preocupantes desequilibrios que presenta la economía española: el persistente diferencial de inflación con el resto de la Unión Europea y el creciente déficit comercial. Pero poco se dice de los elevados niveles de endeudamiento a los que están llegando las familias españolas. Según datos recientes del Banco de España, en el segundo trimestre de este año, se incrementó un 18% respecto al mismo periodo del año anterior, y ya equivale al 77,4% de nuestro PIB.

Las razones que están provocando este incremento de la deuda de los hogares españoles son varias. En primer lugar, la sustancial mejora del empleo y la percepción generalizada de que disfrutamos de una buena situación económica. Basta comparar las tasas de crecimiento que venimos experimentando con las del resto de la Unión Europea para entender este optimismo generalizado. Su consecuencia es una mejora de la confianza de los consumidores, que les inclina a tomar decisiones de compra de vivienda o de bienes de consumo duraderos.

La deuda de las familias españolas, que representa el 74% del PIB, es el principal riesgo

En segundo lugar, las facilidades para endeudarse, motivadas por una situación de los tipos de interés sin precedentes en la economía española, han permitido a muchas familias financiar a muy bajo coste la adquisición de viviendas o de bienes de consumo, como automóviles. En este ámbito, también han jugado un papel destacado las instituciones financieras, que se han volcado en la financiación de viviendas (en muchos casos alargando los plazos de amortización) y de bienes y servicios de consumo.

Aunque estos dos factores permiten un mayor nivel de endudamiento, que ayuda a sostener la fortaleza de la demanda interna, con los efectos positivos que ello conlleva; no hay que olvidar que también está generando efectos muy negativos.

El más destacado es el encarecimiento del precio de la vivienda. Resulta difícil explicar el considerable aumento del precio de la vivienda en España en los últimos años sin la confluencia de los factores antes descritos. Y, si bien esto se traduce en un incremento de la riqueza de las familias propietarias, está provocando que quienes desean adquirir su primera vivienda y sólo poseen rentas de trabajo, se encuentren con grandes dificultades.

Por otra parte, la fortaleza del consumo, en la que el endeudamiento familiar también tiene mucho que ver, está muy relacionada con el mantenimiento de unas tasas de inflación elevadas, y con nuestro desequilibrio comercial. Sin esa fortaleza del consumo interno, sería difícil que las importaciones españolas vinieran creciendo en los últimos años a tasas de dos dígitos.

Si la subida de tipos provocara una fuerte caída del consumo privado, el empleo se resentiría y se elevarían los niveles de paro

Además de estos efectos directos sobre nuestros principales desequilibrios, hay otros riesgos latentes que podrían tener importantes consecuencias. El más claro vendría motivado por la elevación de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo. Si esto ocurriera, y todo indica que ocurrirá de forma inminente, nos encontraremos con que el esfuerzo financiero que las familias tendrán que hacer para pagar sus hipotecas se incrementará, al estar la mayor parte de ellas a tipos de interés variables. En principio, parece que el impacto será más psicológico que real, pues una subida de veinticinco o cincuenta puntos básicos a medio plazo no provocará un quebranto importante en la salud financiera de los hogares. Pero, si estas subidas fuesen mayores, muchas familias que ya tiene ciertas dificultades para llegar a fin de mes se encontrarían en apuros más serios. De momento, no parece factible que dejaran de pagar sus créditos. De hecho, las tasas de morosidad de la banca están en mínimos. Pero sí que muchas de ellas se verían abocadas a moderar su consumo. Y no se debe olvidar que el encarecimiento del precio de los carburantes ya está haciendo mella en el bolsillo de los españoles y, seguramente, lo hará aún más, en la medida en que empiece a provocar incrementos de precios de otros bienes y servicios.

Es ahí donde puede aparecer un problema serio. Si la subida de tipos de interés provocara una fuerte caída del consumo privado, puede que la creación de empleo se resintiese y, lo que sería mucho peor, que el paro comenzara a incrementarse de forma significativa. Entonces, sí que nos encontraríamos con familias que tendrían muchas dificultades para hacer frente al pago de sus créditos, al quedarse uno de sus miembros sin empleo.

A medio plazo, parece un escenario improbable. Pero no deja de ser un riesgo latente para nuestra economía. Sería, por tanto, mucho más deseable una desaceleración del precio de la vivienda, que frenase el incremento del endeudamiento familiar, y una moderación del consumo privado, que ayudara a reducir nuestro diferencial de inflación. Y, puestos a pedir, que la moderación en la demanda interna fuera compensada con un incremento de nuestras exportaciones, para ayudar a corregir nuestro déficit exterior.

 

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